Hablar hoy día de Starbucks, una compañía con
una capitalización bursátil de casi 90.000 millones de dólares, y de Howard
Schultz, Director General de la compañía con un patrimonio estimado de 3.000
millones de dólares, puede parecer un éxito fácil, pero lo cierto es que llegar
hasta aquí no fue nada fácil para él.
Hijo de un conductor de camiones que
experimentó desde bien pequeño la dureza de la pobreza, consiguió estudiar en
la universidad gracias a una beca deportiva, aunque posteriormente decidió no
jugar al fútbol, pues él quería algo más, y sabía que a través del deporte sólo
podría ser uno de tantos.
Después de su graduación, Schultz pasó un año
trabajando en un albergue de esquí en Michigan a la espera de inspiración. Finalmente
decidió incorporarse en el programa de capacitación en ventas de Xerox, donde
consiguió experiencia en “llamadas en frío”. Se dedicó a las ventas durante 3
años, lo cual le dio esas "tablas" que más adelante le ayudarían en
los negocios.
Schultz dejó finalmente aquel trabajo y
comenzó a trabajar en Hammarplast, una empresa propiedad de la compañía sueca
Perstorp, cuyo negocio era la venta de artículos para el hogar. Allí, consiguió
prosperar profesionalmente, ascendiendo a vicepresidente y gerente, liderando
equipos de vendedores en la oficina de Nueva York.
Gracias a aquella empresa, tuvo el primer
contacto con una pequeña empresa llamada Starbucks, cuyo negocio principal era
la venta de café a los particulares. En aquellos tiempos, Starbucks únicamente
tenía 3 tiendas, las cuales estaban situadas en Seattle. A Schultz le llamó la
atención cuando le pidieron un número inusual de cafeteras, por lo que quiso conocer a los dueños de aquella
empresa, y se quedó sorprendido de la pasión que aquellos hombres tenían por su
producto: el café gourmet.
Schultz consiguió que Starbucks le contratara
como director de operaciones, ventas y marketing. Así, el destino de la
compañía Starbucks cambió para siempre cuando enviaron a Schultz a visitar a un
proveedor en Milán, Italia, pues fue allí donde encontró la pasión por el buen
café italiano: espresso, cappuccino... Shultz volvió de Italia con muchas ideas
para aplicar a la compañía y revolucionar el sector de las cafeterías en
Estados Unidos, pero los fundadores rechazaron sus ideas, motivo por el que decidió
dejar de trabajar en Starbucks, y crear su propia compañía, Il Giornale, que
pudo crear gracias a sus habilidades en negociación. Reconoce que tuvo que
hablar con más de 242 personas para lograr recaudar el dinero necesario, y que 217
personas le dijeron que no.
Schultz reconoce que aquella búsqueda de
financiación para crear su propia empresa fue una de sus épocas más
humillantes, sobre todo, porque no dejaba de escuchar que no valía la pena
invertir en su idea de negocio.
Finalmente, Schultz estuvo dos años centrado
en la apertura de varios establecimientos Il Giornale, inspirados en la cultura
italiana del café, algo que sin duda, en Estados Unidos era muy innovador, teniendo
en cuenta que allí el café de cafetera es prácticamente inexistente.
Tal fue el éxito de los establecimientos de
Schultz que en Agosto de 1987, Il Giornale compró Starbucks por 3,8 millones de
dólares, y se convirtió en el Durector General de ésta, que en ese momento
tenía 6 tiendas.
En las manos de Schultz, la compañía
consiguió abrir 165 tiendas Starbucks, momento en que se decidió a sacar la
compañía a bolsa, únicamente con 93 millones en ingresos anuales. Para el año
2.000, Starbucks ya tenía un total de 3.500 establecimientos y más de 2.200
millones en ingresos anuales.
Para el año 2007, Starbucks ya tenía 7.100
tiendas en Estados Unidos, y Schultz era un hombre inmensamente rico.
No obstante, en 2008, Starbucks estuvo a
punto de dejar de existir debido a que la crisis afectó a las ventas de la
empresa, y la compañía comenzó a arrojar grandes pérdidas. Schultz cerró todas
sus tiendas durante unas horas para hacer entender a sus miles de empleados la
importancia de centrarse en el cliente, así como hacer un café espresso
perfecto.
En tan sólo 2 años, Starbucks consiguió
triplicar sus ganancias pre-crisis Starbucks, consiguiendo pasar de 315
millones a 945 millones de beneficios.
Desde Progedsa nos quitamos el sombrero con empresarios de esta magnitud.